22 de septiembre de 2017

Yo, yo mismo y Haníbal
    
Con este pretencioso nombre que es una interpretación libre del título de la mediocre película Yo, yo mismo e Irene (Me, Myself & Irene, 2000, EEUU) dirigida por los hermanos Peter y Bobby Farrelly (los mismos que dirigieron la mucho más acertada Algo pasa con Mary) protagonizada por el no muy de mi agrado Jim Carrey y la soberbia Renée Zellweger, agruparemos las entradas que harán referencia a mi investigación sobre la época bárquida. A pesar de que no estoy libre del todo del influjo de la locura ni estoy exento de divertidos toques maniáticos y supersticiosos, mi idea no es contaros mis divertidas manías y supersticiones, aunque si este blog continúa en activo, supongo que os daréis cuenta de muchas de ellas, porque no soy de los que tratan de ocultarlas. Tampoco voy a dedicar las entradas de esta sección a sesiones espiritistas en las que pondría por escrito los resultados de mis entrevistas con Haníbal Barca y los miembros de su insigne familia, ya que semejantes poderes están fuera de mi alcance.

En realidad, la idea de la sección es que yo os cuente sobre que versa mi investigación en un lenguaje desenfadado y accesible (yo mismo) sobre el tema al que le dedico más tiempo y pasión en mi investigación, el que conocemos como período Bárquida y del que, sin duda, Haníbal fue uno sus principales protagonistas. Por supuesto, en cada una de las entradas encontraréis referencias e incluso enlaces a la versión más seria de mi trabajo en las que basaré las mismas. El objetivo sería divulgar[1] mis trabajos, haciéndolos accesibles y amenos para los que no están tan versados en los problemas metodológicos o en los debates historiográficos y terminológicos a los que los investigadores de las sociedades de la Antigüedad tenemos que hacer frente.

Por ello, no esperéis tediosas clasificaciones de materiales cerámicos ni aburridas genealogías, sino una versión adaptada a todos los públicos. Por supuesto, la Historia no es una ciencia exacta y, en muchas ocasiones, lo que yo os cuente puede no coincidir (incluso ser contrario) a lo que proponen otros investigadores. Aunque, como no podría ser de otra manera, personalmente creo que mis modelos interpretativos son mejores, no pretendo aquí desmerecer otras interpretaciones científicas. La verdad en el Mundo Antiguo, dado que no podemos recurrir ni a sesiones de espiritismo ni a viajes en el tiempo, no está a nuestro alcance. Sin embargo, hay cosas que sabemos con mayor o menor certidumbre y son las que podremos utilizar para construir nuestros modelos teóricos. Para paliar mi egocentrismo, en ocasiones, compararé mis conclusiones con otras interpretaciones de colegas y amigos, poniendo especial énfasis en las diferencias y similitudes de las mismas.

Quizás la tarea más difícil para mí será escribir con palabras simples y en un lenguaje claro ya que, como seguramente os habréis percatado ya, disfruto con el uso (casi abuso) de ciertos recursos literarios. No obstante, intentaré que tras hipérboles, metáforas y antítesis, se encuentre un texto fácil de seguir y comprender.

Con estas breves palabras doy por inaugurado el viaje. Abasteceos y armaos bien que nos deparan muchos e interesantes desafíos. Espero que mientras dure la expedición, sea enriquecedora para vosotros y para mí y que podamos disfrutar de cada una de sus paradas. 






[1] Preciosa palabra cuyo origen se remonta al término latino divulgare con una clara vinculación etimológica con el sentido de popularizar.


Arqueólogo e historiador especializado en el período bárquida.

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